En invierno los días son más cortos y más fríos. Sales cansada del trabajo y la falta de luz te hace sentir que el día está llegando a su fin. Si le sumas a esto las bajas temperaturas de la estación invernal, no es extraño que añores estar en tu hogar cuanto antes, para descansar junto a un buen plato de comida protegida por la calefacción. Mantener un estado físico óptimo llega a ser un deseo complicado de cumplir en este contexto. Por eso, te dejamos una serie de hábitos que te ayudarán a mantener un cuerpo fuerte sin quitarte mucho tiempo y esfuerzo.
Duerme bien. Asegúrate siempre de mantener una buena rutina de sueño. Existe una relación entre la falta de sueño y la obesidad. Con menos energía en el cuerpo te moverás menos durante el día, y esto hará que quemes menos calorías. Estar más activo durante la jornada ya te asegura un ejercicio sencillo pero no despreciable cuando tienes poco tiempo para realizar un deporte más exigente.
Bebe más agua. El agua ayuda a que tu hígado procese las grasas de manera más eficiente y permite que tu cuerpo almacene glucosa en forma de glicógeno. Además, tomar agua ayuda a disminuir el hambre durante el día, lo que te ayudará a evitar las comidas indeseadas durante la jornada.
Come de manera saludable. Este es un punto central. Lo que comes, y la cantidad y la manera en que lo comes, determina directamente a tu peso. Además, hay comidas que te darán más energía y que te harán sentir más ligera y fuerte. Incluye frutas y verduras a tu dieta, come proteínas de manera equilibrada, y evita los alimentos procesados y las azúcares refinadas.
Aprovecha las mañanas y noches. Hacer ejercicios temprano en la mañana o en la noche es siempre una buena opción. Tendrás menos distracciones y podrás continuar con tus deberes diarios. Si lo realizas en la mañana, tendrás más energía durante el día, y si lo haces en la noche, se te hará más fácil conciliar el sueño cuando te vayas a la cama.
Lleva la actividad física a tus otras actividades. Si tienes problemas con hacer deporte temprano en la mañana o en la noche, puedes llevar la actividad física a tus otras actividades diarias. Por ejemplo:
- Intenta movilizarte a pie o en bicicleta.
- Si tienes hijos, sobrinos o nietos, pasa tiempo con ellos. Jugar con niños puede convertirse en un ejercicio no despreciable, y si estos son tus hijos, aprovechas de compartir más con ellos. Otra buena alternativa es jugar con tus mascotas.
- Mantente siempre activa. Cosas sencillas, como sentarse a trabajar con la espalda erguida y el abdomen firme, a la larga te ayudarán a mantener la línea.
- Si es posible, haz rutinas cortas y sencillas de ejercicios y estiramientos mientras trabajas. Tómate entre diez y veinte minutos para realizarlos.
Enfócate en grupos de músculos. Si vas a integrar rutinas breves de ejercicio a tu día, haz que estas vayan dirigidas a grupos de músculos, y no a músculos específicos. Así podrás dar trabajo a todo tu cuerpo en poco tiempo. Por ejemplo,
- Flexiones: hechas de manera correcta fortalecen tus brazos, torso y espalda.
- Sentadillas: trabajan tus piernas, espalda y abdomen.
- Zancadas: trabajan piernas, espalda y abdomen.
- Trotar: trabajas tus piernas, cardio y en menor grado el tren superior.
- Estiramientos: siempre elonga tus músculos, se volverán más resistentes y sanos.
Realiza ejercicios de “escritorio”. Son ejercicios que puedes realizar mientras trabajas. Por ejemplo,
- Mueve y estira tu cuello: pasar horas frente a una pantalla puede provocar rigidez. Haz movimientos y estiramientos suaves para evitar esto.
- Trabaja tu abdomen y espalda: toma conciencia de los músculos de esta zona e intenta mantener una postura erguida mientras trabajes. No te encorves.
- Corre en el lugar: puedes trabajar cardio si realizas un trote en el lugar, es decir, sin avanzar.
- Levanta las piernas: si trabajas sentada este es un ejercicio ideal. Debes mantener una postura erguida y luego subir y bajar las piernas.